1. El origen de Kael
KaelLa noche es oscura, densa, como un manto de humo que no me deja respirar. El frío me cala en los huesos, pero no importa. El estrépito de las espadas, el choque del metal contra el metal, corta la oscuridad como si fueran relámpagos. El clin, clin, clin deja destellos fugaces que iluminan rostros sudorosos, heridos, feroces. Mi corazón late con fuerza. El de todos late igual, al borde del colapso.Llevamos días en la frontera norte, resistiendo la invasión de los Reinos de Piedra. Ellos quieren arrebatar nuestras tierras, nuestros campos, nuestra gente. Y nosotros no cedemos. No podemos. Esta es nuestra patria, nuestro juramento.Después de tanto tiempo, ni victoria, ni derrota. Solo cansancio. Solo muerte.Avanzo con mi espada en alto, la sangre pegada a mis manos como si fuese parte de mi piel.—¡Kael, a mi lado! —grita mi hermano.Lo escucho incluso entre el rugido de la guerra. Giro hacia él. Está cubierto de barro y sangre, pero sus ojos arden, vivos, firmes. Nos entendemos
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