Capitulo 31

Pasó un par de días donde Alan disfrutaba ya un poco de sus ejercicios, Aunque el avance era poco, él se sentía más vivo. Y sin dejar atrás lo mucho que disfrutaba la presencia de Maritza. Tenerla no solo como asistente en la empresa sino también como su fisioterapeuta por las tardes, para él lo era todo.

La podía ver tanto en las comidas como en cualquier actividad de la familia. Y eso lo llevaba a imaginar una vida con ella y la única barrera de confesarle su amor era no poder caminar. Algo que solo él lo pensaba.

Alan terminaba de arreglarse, contento de que ya no necesitara por completo a quienes ayudaban para vestirse. Pues su cuerpo había agarrado un poco de fuerza y le daba la oportunidad de hacer por sí solo gran parte del trabajo.

En otro lado Maritza se arreglaba y sonreía viéndose al espejo a querer poner tanto empeño para verse hermosa.

Y es que solo pensar que su Rey inválido le dedicaría unas miradas escaneadoras, se le erizaba la piel.

La mansión brillaba con un esple
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