Ni siquiera había sentido el dolor en sus nudillos pálidos apretados con fuerza contra la orilla de la cama hasta que tuvo que desviarse de sus profundos pensamientos y posar su mirada cansada en la puerta que llamaron.
No iba a dar una orden después de todo sabía que la diera o no iban a ingresar a ese lugar que no dejaba de ser grande hermoso y lujoso pero que para ese punto ya se sentía como su prisión.
Se puso de pie tras un suspiro ajustando la bata de seda que ahora usaba el día había transcurrido y lo había vivido encerrada en aquel lugar donde le sirvieron el desayuno donde revisó cuánta ropa joyas y accesorios quiso ver donde miró el sol avanzar y cambiar su ritmo nadie llegó nadie la buscó no hubo una sola presencia ni de su familia ni de los empleados de la casa que se acercara a su prisión para consultarle por lo menos un cómo está.
No hubo nada.
Y eso sin duda pesó.
_Maldición solo pasen!!!
ordenó cuando llamaron de nuevo a la puerta cuando ambas puertas Se abrieron obs