Nadie toca a mi mujer. 1/2
Apretó los ojos cuando abrieron la puerta, saboreó su saliva y solo suspiró, dándose la vuelta en la cama. El nuevo día había llegado y, con él, puntos de ligación en todo su cuerpo, unos que solo la llevaron a apretarse la zona bajo el vientre, pero sentía que todo, incluso la respiración, le dolía. Notó a las dos mujeres que ingresaron con una pequeña bandeja que dejaron en la mesa pequeña, pero solo posó su mirada en el techo.
Pensar en lo que había vivido en la habitación dorada la hacía removerse entre lo que sentía como un placer claro, que incluso la invitaba, de alguna manera, a repetirlo de nuevo, y la otra parte en la que se sentía incómoda y, de alguna manera, abusada, porque sabía bien que, aun cuando alcanzó esas libertades que no pensaba negar, todo lo que vivió en ese lugar fue para el placer de su esposo, y de eso podía estar segura: el sexo en pareja no se trataba solo de eso, no podía ser solamente de eso.
Tras soltar un suspiro, se acomodó sentada en la cama, sintie