Capítulo 36. Si te da paz, quédate.
POV: Irina
Florencia estaba bañada por un sol suave. Las callejuelas estrechas resonaban con un murmullo de voces y pasos que me recordaban que allí la vida no corría, sino que se saboreaba.
Tras pasar unos días en la Toscana, la ciudad parecía distinta, más brillante... o tal vez había sido yo quien había cambiado.
Gaspar aparcó frente a la casa y, cuando bajé, vi a un hombre apoyado en la baranda de la terraza. Era alto, de hombros anchos y cabello plateado, y vestía ropa sencilla pero impecable.
Me quedé inmóvil por un segundo y luego sonreí.
—Iván...
Corrí hacia él y me abrazó con esa fuerza protectora que me hacía sentir como una niña que encuentra un refugio en medio de una tormenta. Su aroma era el mismo de siempre: madera, tabaco y un toque a tierra húmeda.
—Pequeña... —dijo, apartándose apenas para mirarme—. No imaginé que te encontraría aquí... y mucho menos así.
—Ni yo —sonreí, aunque su mirada curiosa me atravesaba.
A unos metros, Gaspar cerraba la puerta del coche y se qu