Capítulo 43. Celos que encantan.
POV: Irina
El resto del trayecto fue corto. La mansión nos recibió con claridad, como si supiera quiénes éramos, después de que nuestra sombra hubiera estado presente en sus paredes durante tantos días.
Entramos sin encender todas las luces. María había dejado una nota en la cocina («He enfriado vino blanco, disfrútenlo») y una vela encendida en la mesa más pequeña.
—Sube —dijo él—. Ya te alcanzo.
No pregunté nada. No hacía falta. En nuestra habitación, el espejo parecía más grande y reflejaba la ciudad.
Me quité el abrigo y el vestido se deslizó en silencio hasta el suelo. Me quedé en ropa interior, con el corazón latiéndome en los labios. Escuché sus pasos en el pasillo, cómo dejaba el reloj sobre la cómoda y cómo se abría la camisa.
—Esta noche —anunció desde la puerta—, voy a enseñarte una regla. Entró, cerró la puerta y se acercó a mí.
—Los celos no son una debilidad, sino un recordatorio. Pero lo que sí tengo claro es que tú eres mía.
Tomó mis muñecas con ternura y las llevó a m