Capítulo 39. Amenaza.
POV: Irina
La casa olía a mantequilla y eneldo. María había abierto todas las ventanas para que corriera el aire. Yo, con el cabello recogido en un moño apurado, intentaba darle forma decente a una docena de pirozhki.
La cocina nueva parecía más luminosa que nunca: encimeras de mármol claro, una mesa de madera con las marcas de cuchillo que ya íbamos dejando nosotras y una pequeña radio que soltaba boleros italianos antiguos entre chasquidos.
—Más harina —dijo María, palmeando la mesa—. Si no, se te pega y luego pasas el rato maldiciendo en ruso.
—Yo no maldigo —mentí.
María se rió por lo bajo y me dio un golpecito con la cadera.
—Anda, princesa, hoy quiero verte con las manos blancas. ¿Cómo se llamaba la sopa que ibas a hacer?
—Borsch. Con crema espesa. A Gaspar le gusta más de lo que admite.
—Al señor le gusta todo lo que sale de estas manos —replicó, mirándome de arriba abajo—. Y lo sabes.
Decidí concentrarme en la masa. Relleno de carne, cebolla rehogada y un toque de pimienta.
Ce