Capítulo 41. Una posibilidad.
POV: Irina
El día amaneció con el característico tono dorado pálido de Florencia. Abrí los ojos y lo primero que sentí fue el dulce peso del brazo de Gaspar sobre mi cintura: un gesto que no necesitaba palabras.
Respiraba lentamente con la boca apenas rozándome el hombro. Me quedé inmóvil, saboreando el silencio, hasta que oí cantar a un pájaro en el jardín y el murmullo del Arno entrar por la ventana entreabierta.
—No te muevas —murmuró, todavía entre sueños—. Hoy eres mía cinco minutos más.
—¿Solo cinco? —Le sonreí sin girarme.
—Diez —concedió, y su risa baja me vibró en la espalda.
Fueron diez. Diez minutos en los que el cuerpo recuerda que también existe para la ternura: besos en la nuca, manos sin prisa que se quedan y aprenden.
No hubo prisa ni hambre feroz, solo esa cadencia íntima que descubrimos desde que, por fin, nos dijimos lo que sentíamos. Un «respiro» bien dicho con la piel.
Al rato, Gaspar se levantó con esa elegancia de movimientos que me gusta observar. Se puso la ca