Los días posteriores al reencuentro en el hospital transcurrieron con una celeridad asombrosa. Bianca continuaba su vida en la efervescente Nueva York, y junto a los mellizos, se esforzaba por adaptarse mejor al cambio. Aunque para ella la transición no presentaba grandes dificultades, probablemente los niños sentían la novedad de manera más profunda, si bien los veía excepcionalmente bien, acoplándose con facilidad a su nuevo entorno.
De repente, su teléfono vibró en el bolsillo, una interrupción bienvenida. Lo revisó y una sonrisa iluminó su rostro: era un nuevo correo electrónico de la prestigiosa compañía. Sus expectativas se confirmaron; eran felicitaciones por el excelente trabajo que había desempeñado de forma remota, animándola a seguir con el mismo ímpetu y, por supuesto, expresando su ferviente deseo de verla pronto en las oficinas. Sintió que, por fin, su arduo trabajo estaba dando frutos, consolidando su posición en el competitivo mundo de la moda.
Decidió que era un día p