Esa noche, cuando Bianca se acostó en su cama, se sintió agitada. No podía simplemente dejar que las cosas se quedaran así. No podía dejar pasar el hecho de que Santiago había tenido el descaro de aparecerse en la oficina de Eric. Era una traición profesional y personal. No quería que hubiera confrontación, pero él tenía que entender que no podía cruzar esa línea.
Tomó su teléfono, respiró hondo y marcó su número.
—Santiago, te estoy llamando porque me he enterado de que te apareciste en la oficina de Eric. La verdad es que eso estuvo muy mal. ¿Qué te da el derecho de presentarte ante él y…?
No pudo seguir hablando porque él la interrumpió en ese preciso instante, su voz llena de una desesperación que la heló.
—Me interesas demasiado, Bianca. Realmente no puedo seguir haciéndome el tonto, pretendiendo que no siento nada por ti cuando en realidad tengo demasiado interés. Y si fui hasta allá es porque supe que él no tiene nada que ver contigo, solo está en tu vida por los niños, no por