Vanessa
No podía creer lo que ese hombre estaba haciendo. Sentía que me acosaba… que me observaba como si fuera suya. Me daba miedo, pánico, incluso. Tenerlo cerca me generaba una sensación de angustia insoportable, como si no supiera qué podría pasar por su mente en cualquier momento. Traté de no prestarle atención, fingí que todo estaba bien, aunque por dentro me sentía completamente quebrada. Como vino a querer comprárme con tantas cosas, piensa que soy una materialista. Esta equivocado.
Terminé por recostarme en la cama, intentando encontrar un poco de paz. Cerré los ojos, buscando refugio en el sueño. Y sí, sentí que dormía… pero algo era distinto. De pronto, todo se volvió oscuro. Me vi a mí misma en medio de una calle desierta, sin luces, sin dirección. Todo era silencio. No podía sentir ni el viento, ni siquiera el olor a nada. Era como si estuviera atrapada en un vacío.
Seguí caminando, desorientada, pero entonces escuché una voz. Lejana, pero claramente dirigida a mí.
—Vanes