Isabella estaba cada vez más llena de ansiedad, desde la sala dónde la joven esperaba junto con Marian y Elena, se escucharon fuertes ruidos que provenían de la oficina.
El corazón de Isabella latía lleno de ansiedad y miedo, ¿qué estaba sucediendo allí adentro?, ¿Máximo y Diego se estaban matando?
De pronto, hubo silencio, el temor de Isabella se acrecentó, la joven pensó lo peor y no pudo soportarlo más, corrió para preguntar a los empleados de la mansión por un maletín de primeros auxilios y una vez lo tuvo en la mano, se dirigió a la oficina llena convicción.
Marian y Elena la siguieron, pero al intentar entrar, la puerta estaba trabada.
— ¿Max? Cielo, por favor, abre la puerta… — Llamó Isabella, con los ojos cristalizados y las manos temblando, ella no se quería ni imaginar lo que había sucedido allí adentro.
— Estamos bien, cariño… Estamos intentando solucionar esto… Solo… — Máximo suspiró pesadamente. — Solo necesitamos un momento.
Contesto él, desde el interior de la ofi