La señal en vivo apareció en la pantalla con una música sobria y solemne. El logo del canal se desvaneció lentamente, y en su lugar emergió la imagen de una mujer impecablemente vestida, con un elegante vestido negro, perlas alrededor del cuello y el cabello perfectamente recogido. Eleanor Lewis Benson estaba lista.
El set de la entrevista era discreto, íntimo, casi teatral. Una mesa de madera oscura separaba a Eleanor de la periodista, una mujer conocida por su tono compasivo pero inquisitivo. En el fondo, una fotografía de Jonah en su juventud presidía la escena, dándole al aire un matiz aún más emocional.
—Señora Benson —comenzó la periodista, suavemente—, gracias por estar con nosotros hoy. Sabemos que ha sido un tiempo difícil para usted y su familia. ¿Qué la llevó a querer hablar hoy, en medio de tanta controversia?
Eleanor exhaló despacio, como si las palabras le pesaran.
—Lo hago porque ya no puedo quedarme callada —respondió, con voz trémula, mirando directamente a cámara—. D