Un poco de redención para Katherine.
Pasaron los días, y cada uno de los testigos declaró sobre los delitos de aquella mujer. Pero, al ya encontrarse muerta, ¿cómo juzgar a un muerto? Eso era imposible. Con los dos actores principales fallecidos —el autor intelectual y el que pagó por el crimen— era impensable acusar o descubrir a quien colocó la bomba. Sin embargo, los peritos que habían asegurado que se trataba de un accidente sí fueron encarcelados, bajo el cargo de homicidio.
La tranquilidad en la familia comenzaba a restablecerse, salvo por la enfermedad de Anne. Era un peso silencioso que todos debían aprender a sobrellevar, aunque los nuevos estudios y tratamientos les daban esperanza de que no progresara con rapidez.
Mientras tanto, Katherine tendría que pagar una fuerte multa por haberse hecho pasar por muerta. No cumpliría condena en prisión, dadas las circunstancias de la amenaza de Eleanor. En cuanto a Evan, al haber sido menor de edad cuando ocurrió todo, sería su madre quien pagara la sanción en su lugar.
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