ASTRID
—¡Vamos, tu puedes! —grité, mientras Antony corría tras el balón.
Me encontraba en la habitación de juego de Antony. El corría por la habitación para atraparla, la llevaba a mis mano y yo la lanzaba para él fuera por ella.
Angela la niñera se encontraba al otro extremo, esperando por Antony,
Me acerqué a Antony y me arrodillé frente a él, tomando una pequeña figura de un lobo. —Mira, pequeño —le dije, haciéndolo "caminar" sobre el suelo de madera—, este es el alfa de la manada. Él cuida de todos los suyos.
Antony me miró con esos ojos grandes y curiosos, intentando agarrar la figura. Sonreí y se la entregué, disfrutando de su alegría cuando la hizo chocar contra un oso de madera. Me reí ante su entusiasmo, pero un sonido a lo lejos me hizo congelarme.
Un motor.
Mis sentidos se agudizaron de inmediato y me levanté de un salto. Caminé hacia la ventana y corrí la cortina con cuidado, asomándome solo lo suficiente. Un auto negro se detuvo frente a la entrada principal. Las puert