ASTRID
No me he separado de su lado desde que lo trajimos de vuelta. La herida que Catrina le hizo no solo perforó su piel, sino también mi alma. Lo vi tan vulnerable, tan frágil… tan mío.
Rony dormía profundamente en la habitación de huéspedes de la mansión de Marie, y yo apenas podía parpadear. Velaba su sueño con la misma devoción con la que un día imaginé que lo haría al tenerlo en mis brazos de bebé. Pero me lo arrebataron antes de eso.
Me acerqué un poco más. El vaivén de su respiración me tranquilizaba, pero al mismo tiempo me mantenía en vilo. Una parte de mí tenía miedo de que al despertar, me despreciara.
La puerta se abrió con cuidado y Lucian entró.
—¿No has dormido nada? —me preguntó en voz baja.
Negué con la cabeza. Me sentía cansada, pero no podía permitirme cerrar los ojos.
—No puedo… no hasta que despierte. Necesito estar aquí.
Lucian se acercó a la ventana y corrió un poco las cortinas. La luz del amanecer comenzaba a filtrarse por el cristal.
—Voy a salir con Leif