Astrid
Rony me miraba como si el mundo se hubiera detenido. Su mirada estaba cargada de confusión, incredulidad y… un dolor que me atravesó el alma. Le acababa de contar todo. Lo que era. Lo que él era. Lo que Catrina le ocultó durante todos estos años.
—¿Entonces… tú eres mi madre? —susurró, su voz apenas un eco.
Asentí, tragando el nudo que se me había formado en la garganta.
—Sí, Rony. Yo soy tu madre. Y todo lo que hice fue para encontrarte.
Él desvió la mirada, su rostro endurecido.
—No puedo creer que Catrina me haya mentido toda mi vida… Estoy agradecido porque me salvó, lo sé… pero fue egoísta, me quitó la oportunidad de conocerte.
Me acerqué despacio, temiendo que se alejara.
—Ella te protegió a su manera. Pero ahora tienes la oportunidad de conocer tu verdad. Quiero que vengas conmigo. Tu padre… Ronan… también está esperando conocerte.
—¿Ronan? —preguntó, casi como si el nombre le pesara—. ¿Y él… también es como tú?
Asentí.
—Un hombre lobo. Un alfa. Y tú… también llevas