ASTRID
Dos días han pasado desde aquel incidente en el bosque. Dos días desde que ese maldito león me atacó, desde que volví a enfrentar el miedo, el dolor… y la cercanía de Ronan.
Mi pierna ha mejorado notablemente gracias a los cuidados del médico y al descanso, pero aún no estoy del todo bien. Aun así, Lucian y Freya han decidido que ya es hora de sacarme de la habitación.
—¡Astrid, ven con nosotros al jardín! —suplicó Lucian por tercera vez en menos de cinco minutos.
Freya se cruzó de brazos y rodó los ojos.
—No podemos obligarla, Lucian —dijo, antes de girarse hacia mí con una sonrisa traviesa—. Pero si le dijera que es por una tarea importante, tal vez podría ayudarme…
Fruncí el ceño con desconfianza.
—¿Qué tipo de tarea?
—Necesito información sobre alguien —respondió Freya con inocencia—. Y como tú eres la persona más cercana, creo que podrías darme los detalles que necesito.
Sus palabras me intrigaron, ella siempre se había comportado conmigo de manera distante y ahora parecía