ASTRID
El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando desperté, la luz dorada se filtraba por las ventanas de la habitación, acariciando mi rostro y llenando el espacio con un calor reconfortante. Me estiré entre las sábanas y giré sobre mi costado para encontrarme con Ronan, profundamente dormido, su respiración pausada y su brazo aún sobre mi cintura. Sonreí al verlo tan relajado, algo poco común en él últimamente.
Me acerqué para besar su mejilla, luego su mandíbula y finalmente sus labios. Ronan gruñó suavemente, entreabriendo los ojos con pereza, pero sin apartarse de mi boca. Respondió al beso, lento al principio, y luego con más intensidad, como si no hubiera un mañana. Mis dedos se enredaron en su cabello, y sentí cómo sus manos recorrían mi espalda, acercándome más a él.
—Mmm... buenos días, mi Alfa —susurré contra sus labios.
—Buenos días, mi reina —respondió con voz grave, entrelazando sus manos en mi cintura.
Me separé suavemente, a pesar de sus intentos por atraerme de n