CAPÍTULO 55

ASTRID

El sueño llegó como una ráfaga de viento helado, envolviéndome en un manto oscuro y pesado. Estaba allí, en una celda oscura y húmeda, el aire olía a moho y desesperación. Las paredes, hechas de piedra fría, estaban cubiertas de grietas por donde se filtraba la humedad. La luz apenas se colaba a través de una pequeña ventana enrejada, proyectando sombras alargadas y fantasmales sobre el suelo. Mi respiración era lenta y pausada, como si el ambiente me obligara a moverme con cautela.

—Astrid… —la voz surgió de la penumbra, débil, casi un susurro. Me giré, y ahí estaba ella: mi tía Ingrid. Sus manos estaban encadenadas a la pared, sus muñecas enrojecidas y heridas por el metal que las apresaba. Su cabello, antes brillante y ordenado, caía en mechones desordenados sobre su rostro pálido y demacrado.

—¡Ingrid! —mi voz se quebró al verla. Intenté avanzar hacia ella, pero mis pies parecían anclados al suelo. Mis manos se extendieron en su dirección, pero era como si una barrera invi
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP