RONAN
—Ayer al anochecer hubo un enfrentamiento en la frontera este, cerca del límite con el reino de los bosques. Dos de nuestros betas cayeron. Algunos omegas… huyeron. No sabemos hacia dónde.
Un rugido contenido me recorrió la garganta. Cerré los puños sobre la mesa. Livia y Rambo se encontraban en mi estudio. Atacaron una demuestras manadas, había muertos y heridos.
—¿Quién fue?
—No lo sabemos con certeza —admitió él—. Pero no hay señales de las tropas de Magnus o Claudia.
—Son ellos —gruñí—. No hay duda. Esto lleva su marca. Cobardes, atacando en las sombras.
Rambo negó con la cabeza.
—Yo no lo creo. Nuestros infiltrados en el reino del viento y del agua no han reportado nada. Ni siquiera un susurro de movimientos hostiles.
—¿Y si no están haciendo bien su trabajo? —intervino Livia—. Quizás ya nos descubrieron y están alimentando a nuestros espías con mentiras.
Le lancé una mirada fulminante. Livia no se inmutó. Siempre tan segura de sí misma. A veces demasiado.
—Quiero que vuel