Adara, no pudo apartar la vista de las grandes escaleras que subían hacia los pisos superiores, las paredes adornadas con pinturas y detalles de otro tiempo. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Quién era Vladislav realmente?
Fue cuando se dirigieron hacia una de las grandes salas cuando Adara, ya sin palabras, se permitió preguntarle a Vladislav lo que tanto la había estado carcomiendo.
—¿Quién eres realmente? —preguntó con voz baja, mientras su corazón latía con fuerza en su pecho.
En eso Blade interrumpió.
—Voy a mostrarle la casa a la doctora —le advirtió a Vladislav refiriendose a Ionela al tiempo que le hizo una señal con la mirada para indicarle que le daría tiempo con Adara.
Vladislav no respondió, solo los vio alejarse.
Pasados unos segundos, se detuvo frente a Adara, observándola en silencio por un largo momento. El peso de su mirada era tan intenso que Adara sintió como si toda su pregunta, todas sus dudas, se desbordaran en el aire entre ellos. Había algo en su presencia que la en