La mansión de Vladislav estaba rodeada de silencio. La luna llena, alta y distante, iluminaba las sombras que se extendían sobre el jardín mientras Irina observaba desde la ventana de su habitación. La rabia burbujeaba en su interior, la mezcla de celos, odio y frustración que se había acumulado durante meses, estaba a punto de hacerla explotar. Pensaba que todo había cambiado desde que Adara había entrado en la vida de Vladislav. Irina había sido la favorita, la amiga, la amante, la aliada confiable, la sombra que siempre había estado a su lado… le faltaba nada para lograr ocupar el lugar por el que tanto había trabajado. Pero todo eso había cambiado.
Vladislav estaba... diferente. Más distante, más concentrado en Adara, la humana que no comprendía su mundo y que, sin embargo, le había arrebatado la atención que Irina tanto deseaba. Irina había sido paciente, pero ya no podía seguir ocultando su resentimiento. No iba a permitir que Adara destruyera todo lo que había logrado, todo lo