Vladislav entró en la mansión como una tormenta, dejando ver la furia implacable que dominaba todo su ser. La luz tenue que iluminaba los pasillos apenas podía reflejar la tensión en su rostro, donde los ojos rojos y las venas marcadas lo hacían parecer más una criatura de las sombras que un hombre. Cada paso resonaba con fuerza sobre el mármol frío, como un golpe que reverberaba por toda la mansión. La tormenta en su interior era palpable, tanto como el aire denso que lo rodeaba.
La simple idea de saber que la tal vez la mujer en la que sin poderlo controlar había puesto sus emociones, lo hubiera traicionado valiéndose de la cercanía, de la confianza y de esa posición privilegiada que él le estaba ofreciendo al protegerla de quien él creyó era enemigo de Adara, lo lleva cegado, obnubilado.
Al llegar a la puerta principal, se encontró con Blade, quien intentó detenerlo, percibiendo de inmediato que algo no estaba bien. Blade frunció el ceño al verlo, pero no pudo evitar hacerle la pr