¡Con su hogar destruido, marcada por la diosa luna… Y preñada de un Alfa que la desprecia! Ayseli fue criada para cumplir un propósito sagrado que sellaría su destino con la muerte. Es una “loba lunar”, pura y poderosa, enviada desde bebé al templo que gobierna a los hombres lobo. Pero su vida se derrumba cuando el temido Rey Alfa Raymond ataca y reduce el templo a cenizas. Él la toma prisionera, descubriendo con furia que ella es su mate. Sin compasión él la humilla y la marca; y ya atrapada en su dominio, ella termina preñada de gemelas. Herida, humillada y consumida por la rabia, Ayseli logra escapar la misma noche en que debía ser su Luna, jurando vengarse y romper el vínculo que la encadena a él. Pero… ¿qué ocurre cuando descubre que ese mismo Alfa es la clave para cumplir la misión que la diosa le encomendó? Cuando Raymond la capture de nuevo, devorado por la rabia, el deseo y un sentimiento que no entiende, ¿será este el final de Ayseli… o el inicio de un destino donde el odio y la pasión se mezclan hasta arder en un amor imposible?
Leer más—¿Vienes a discutir el nuevo orden del mundo lobo? —soltó Klous al fin, con voz áspera—. ¿O planeas una reunión con los Alfas de todas las manadas? El Rey Alfa Raymond, soltó una risa corta, burlista. —No hay nada que discutir con otros Alfas —él se inclinó hacia adelante, apoyó sus codos en las rodillas y sonrió como un hábil depredador—. Fui yo y mis lobos quienes derribamos el templo corrupto. Solo yo seré el líder. El Rey sobre los Reyes. El Alfa supremo. Si no les gusta, intenten vencerme. Mariam apretó a Klous por el antebrazo, en una súplica muda. El ex-Alfa frunció el ceño. —Vencer al templo no te hace dueño del mundo lobo, Raymond —gruñó Klous. Raymond alzó la mano, con un gesto leve. —Silencio —ese macho exhaló despacio, con la voz grave y peligrosa—. Ustedes tienen algo que me pertenece. Puedo olerla a kilómetros. Sé que está preñada. Vine por las buenas para que me entreguen a Ayseli. Si se rehúsan… toda esta manada sufrirá las consecuencias de rebelarse ante el A
Alfa Aciel se llevó la mano al mentón, pensativo, caminando dos pasos, el riachuelo a su espalda provocando un ligero sonido. —Escuché que el tercer jerarca visitaba a los lobos de la luna en las manadas a las que eran asignados —murmuró ese Alfa de cabello oscuro—. Para… asegurar que cumplan su propósito. Pero no sabía de un ritual purificativo mensual. —Podemos intentar… contactarlo —dijo ella con esfuerzo. La reacción de Aciel fue inmediata. Un chasquido de lengua, frunciendo su ceño. —No seas tonta. Fort eligió un bando, y fue el de Raymond —sus ojos celestes se clavaron en los de ella—. Si te ayudó antes fue por el trato que tenía con tus padres. Nada más. Ayseli bajó la mirada. El estómago le dio una punzada. En ese momento, Syla, su loba, le habló: «Quizá por eso Fort permitió que Aciel nos trajera… con la intención de que el cuerpo no resista y muramos, quizá nos odia… Alfa Raymond nos tomó y nos marcó.» —No —la hembra susurró, negando apenas—. No puede ser así.
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ Ayseli abrió los ojos, con la respiración alterada. Frente a ella, Klous la observaba. Su voz resonó profunda, paternal: —Quiero que seas mi sucesora, Ayseli. Quiero que seas el próximo Alfa de Sombras Nocturnas. —¡¿Qué?! —exclamó Aciel, furioso, levantándose de inmediato—. ¡Eso es imposible! ¡Yo soy el Alfa nombrado! ¡El heredero adoptivo de la familia Real! Su puño golpeó la mesa con fuerza. ¡PUM! —Después de la caída del templo, todos los lobos saben de la corrupción. Nadie aceptará a una loba lunar como Alfa. ¡Jamás! —añadió Alfa Aciel. Klous lo miró con firmeza. —Ella es mi sangre. —¡Y Solem sigue vivo! —rugió Aciel—. ¡Puede manipularla! ¡Y no olvides que Raymond la marcó! Nadie entenderá eso. —¡Basta! —dijo Mariam, con lágrimas en los ojos, mirando a ambos. Ayseli apretó las manos, temblando en su asiento. —Por favor… deténganse —susurró con voz débil. Pero los dos machos no paraban de discutir. —Ella tomará el ritual de pertenencia a
✧✧✧ Dos semanas después. ✧✧✧ —¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!! El grito resonó en toda la habitación cuando Ayseli abrió los ojos de golpe, con la respiración entrecortada. Su cuerpo estaba cubierto por una fina capa de sudor frío, la hembra miró alrededor confundida. "¿Que ocurrió?" Pensó recordando lo vivido a orillas del río. "¿Fue una pesadilla?" Cruzó ese otro pensamiento, mientras se tocaba la espalda… No había dolor. No estaba herida de muerte. Ella notó que se encontraba en una habitación amplia, cómoda, con una cama matrimonial de sábanas suaves. Por las altas ventanas se filtraba la luz blanca de la luna, bañando de plata los muros de piedra. Farolas de pared iluminaban con un resplandor tenue, dorado, que daba al lugar un aire sereno… pero nada en su corazón estaba en calma. "¿Dónde… estoy?" Pensó la hembra de cabello blanco, levantándose lentamente, con el corazón latiendo fuerte en su pecho. Su loba interior habló en un susurro profundo: «Este no es e
El Alfa Raymond apartó sus labios de los de Ayseli. La miró unos segundos con sus ojos verdes como gemas heladas, y luego giró lentamente la cabeza hacia el Beta Walter. —¿Quién es el responsable? —preguntó con voz grave y llena de autoridad. Walter respiraba agitado, su pecho subía y bajaba rápidamente. —No lo sé con certeza, mi Rey —contestó—. Pero… —su ceño se frunció— sospecho que se trata de un contraataque de Solem… el jerarca del templo que logró huir. Raymond dejó escapar un gruñido bajo, una vibración profunda que hizo temblar el aire de la habitación. —Cobarde… —murmuró, y luego volvió su atención a Ayseli. Ella se quedó helada cuando él se acercó. Raymond inclinó su rostro hasta que sus labios rozaron el lóbulo de su oreja y su aliento cálido la envolvió. —Si se te ocurre aprovechar el caos para huir, loba lunar… —su voz era un filo cortante, llena de repugnancia hacia ella cada vez que pronunciaba su raza— será mejor que consideres a los niños del templo qu
✧✧✧ La noche de ese mismo día, en la manada Fuerza Aguerrida. ✧✧✧ El ambiente en la oficina del Rey Alfa Raymond, era sumamente tenso. Frente al escritorio de madera oscura, una mujer de cabello castaño largo y lacio, con ojos rojizos como el vino tinto, estaba de pie, su rostro estaba encendido por la furia. —¡¿Cómo pudiste hacerme esto, Raymond?! —rugió la hembra alta de un cuerpo ejercitado, firme, pero sin perder su femineidad. Con manos temblorosas por la ira, la hembra tomó un jarrón de porcelana de un mueble cercano y con un movimiento brusco, lo lanzó contra el suelo. ¡¡¡CRAAAAAAANK!!! Los fragmentos volaron en todas direcciones, brillando fugazmente antes de caer inertes sobre la alfombra y el piso. La mujer, una loba médica llamada: Malahia, apretó los puños y clavó su mirada ardiente en el Alfa que seguía sentado tras el escritorio. El Alfa Raymond, levantó la vista lentamente. Sus ojos verdes destilaban frialdad, y su voz grave resonó con calma. —No
Último capítulo