Mundo ficciónIniciar sesión¡Con su hogar destruido, marcada por la diosa luna… Y preñada de un Alfa que la desprecia! Ayseli fue criada para cumplir un propósito sagrado que sellaría su destino con la muerte. Es una “loba lunar”, pura y poderosa, enviada desde bebé al templo que gobierna a los hombres lobo. Pero su vida se derrumba cuando el temido Rey Alfa Raymond ataca y reduce el templo a cenizas. Él la toma prisionera, descubriendo con furia que ella es su mate. Sin compasión él la humilla y la marca; y ya atrapada en su dominio, ella termina preñada de gemelas. Herida, humillada y consumida por la rabia, Ayseli logra escapar la misma noche en que debía ser su Luna, jurando vengarse y romper el vínculo que la encadena a él. Pero… ¿qué ocurre cuando descubre que ese mismo Alfa es la clave para cumplir la misión que la diosa le encomendó? Cuando Raymond la capture de nuevo, devorado por la rabia, el deseo y un sentimiento que no entiende, ¿será este el final de Ayseli… o el inicio de un destino donde el odio y la pasión se mezclan hasta arder en un amor imposible?
Leer másLa neblina de Solem se movía avanzando entre los troncos, envolviendo las ramas y apagando cualquier rastro de luz, mientras el viento helado rozaba el pelaje del lobo rojo que corría a grandes zancadas entre los árboles. Raymond avanzaba con los músculos tensos y las garras hundiéndose en la nieve húmeda. Los ojos verdes del macho ardían con una furia salvaje, y cada zancada se escuchaba en el silencio. Crunch~ Crunch~ De pronto, un rugido gigantesco atravesó la neblina. ¡¡¡GRAAAAAAH!!! El grito de Solem sacudió las ramas, haciendo caer montones de nieve como pequeños aludes. Rustar, el lobo de Raymond, frunció el hocico, bajó la cabeza y gruñó con un sonido grave, profundo. —Grrrrr… La niebla se abrió poco a poco, revelando la figura inmensa del lobo blanco. Solem emergió entre los troncos con un THUM… THUM… THUM… pesado y resonante, su cuerpo iluminado por un brillo plateado que parecía venir de dentro, no de ninguna luz externa. Raymond mostró los colmillos co
La noche finalmente llegó a todo el mundo lobo. Pero la neblina que rodeaba todo, se volvía más densa… Más peligrosa. Los lobos de Fuerza Aguerrida avanzaban con esfuerzo, algunos con el pecho agitado, otros apretando los dientes mientras empujaban su cuerpo contra aquella presencia sofocante, resistiendo como podían solo gracias a su fuerza física y disciplina. Mientras que los de Sombras Nocturnas avanzaban sin dificultad, moviéndose sin temblores ni jadeos gracias al sello protector de Lucía que los envolvía como una segunda piel invisible. Entre los árboles más altos, donde la nieve se acumulaba formando montículos blancos y el viento golpeaba con un silbido agudo, Alfa Raymond y Luna Ayseli esperaban en silencio. Él de pie, con los ojos verdes brillando ante su lobo Rustar alerta. Ella a unos pasos detrás, sujetando con manos temblorosas un conjunto de piedras marcadas con símbolos del hechicero Arzan, sus dedos fríos, sus labios entreabiertos intentando mantener el aire d
La noche llegó como un manto de oscuridad absoluta que engulló el mundo lobo. El cielo era una vasta extensión de gris oscuro, como ceniza suspendida en el aire. El viento, gélido y cortante, mecía las copas de los grandes árboles cubiertos de hielo. La neblina de Solem se extendía cubriendo todo el mundo lobo. La manada Sombras Nocturnas avanzaba con cautela. Los guerreros lobunos, ocultos tras la neblina, se comunicaban a través de un enlace mental. «Alfa Aciel…», la voz de uno de los guerreros, resonó en la mente del Alfa. «Estamos en posición.» «Los flancos están listos. Solo aguardamos su orden», respondió otro guerrero, encargado de otro grupo en otro extremo, rodeando las fronteras de Fuerza Aguerrida. —El momento ha llegado —sentenció Aciel, con su mirada celeste decidida. El enorme lobo de color oscuro como el carbón, avanzó a grandes zancadas perdiéndose entre el follaje rodeado de neblina. Sin embargo… A ellos, a todos los lobos de Sombras Nocturnas no l
✧✧✧ Unos días después. ✧✧✧ La nieve caía lentamente, en pequeños copos helados que se depositaban sobre las ramas endurecidas por la escarcha, y en el horizonte, una neblina gris, espesa, serpenteaba como un monstruo paciente… Una neblina que no era natural. Una neblina que era poder vivo. El poder de Solem, el primer ex-jerarca. Cubría montañas, aldeas, bosques. Asfixiaba, quemaba la piel, robaba el aire. El mundo lobo entero sabía que aquella bruma era un anuncio de muerte. Dentro de una pequeña cabaña oculta entre las montañas de Fuerza Aguerrida, una cabaña casi imposible de encontrar, Ayseli sostenía a sus hijas recién nacidas. La luz de la chimenea iluminaba suavemente los mantos blancos que envolvían a las pequeñas. La primera bebé dormía tranquila, respirando despacio. La segunda, la marcada por Arzan con la joya cambiante, movía los dedos con una suavidad temblorosa, como si cada movimiento contuviera el susurro de un poder más grande que ella. Ayseli las abrazó, ap
El ambiente se volvió tenso en la cámara. Había una corriente invisible que se arremolinaba alrededor del cuerpo de Ayseli, acelerando, contrayendo y expandiendo cada fibra dentro de ella. —¡AAAAYYY! —los gritos de la hembra hicieron eco en el lugar. Alfa Raymond permanecía a su lado; una mano suya sostenía la de ella con fuerza. La otra acariciaba su mejilla, su frente, su respiración, como si quisiera anclarla a este mundo. Ayseli jadeaba, pero ya no gritaba. El dolor que la había atravesado antes se había transformado en otra cosa: presión, calor, el movimiento insistente de la vida desde dentro. En ese momento, la mujer de la capucha roja se movía con la precisión de alguien que había asistido nacimientos en mundos que no conocían los lobos. Había extendido sobre el suelo un lienzo oscuro y había colocado recipientes de cristal que empezaron a llenarse de vapor dorado conforme el ritual avanzaba. Arzan permanecía de pie a unos pasos de la camilla. Sus dedos seguían tra
Arzan rió. Fue una risa que resonó por los espejos y les devolvió ecos extraños. —¡Ja! Un Alfa dispuesto a cederlo todo por la vida de su Luna. Emotivo, dulce. La última vez que te ofrecí un trato, dijiste que tenías una misión qué cumplir, una venganza. Que no darías tu vida sin antes obtener lo que buscas, y he aquí~ ¿quién diría que ese vínculo del destino sería tan fuerte en ti? Sus dedos trazaron un patrón en el aire. Los símbolos de su mano brillaron y se elevaron en pequeños destellos que se posaron sobre el suelo como insectos de luz. —Lo primero será acelerar el embarazo —anunció el hechicero rubio, frío—. Hacer que el tiempo de su cuerpo se comprima hasta que escupa a las crías esta misma noche. Es un ritual vital. Puedo hacerlo fácilmente… pero nada es gratis. Ayseli frunció el ceño. El dolor imaginado se deslizó por su vientre como un frío. Raymond apretó la mandíbula. Ayseli acarició su propio vientre, con la mano temblando. —¿Qué precio? —preguntó él. Arzan se in
Último capítulo