El Alfa Matthew Russo compra una esclava para atender a su frágil esposa, Catalina, cuya salud se ha deteriorado con los años y que, a pesar de sus intentos, no ha logrado darle un heredero. Amelia no es una esclava común. Rebelde, indomable y con una fuerza que desafía su condición, se convierte en una presencia imposible de ignorar en la vida de la pareja. Desesperada por limpiar el honor de su esposo y darle el hijo que ella nunca pudo, Catalina idea un plan: empujar a Matthew hacia Amelia y asegurarse de que él la posea. Pero lo que comienza como un sacrificio por el deber se convierte en un juego peligroso cuando el Alfa no solo toma el cuerpo de Amelia… sino también su corazón.
Leer másCapítulo 1
En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño. Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán. El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores. Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo. Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad. Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas. La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mira a los ojos con altivez. —Ella, la compro—Matthew la señala con el dedo que mueve de arriba a abajo con desdén, tiene lo que busca. —Hace una gran compra, pero debo advertirle que es rebelde—el vendedor agacha la mirada —. Pero si la domina, puede darle cría. —Es fuerte—susurra Mathew. —Es lo que necesito. El Alfa se acerca a la jaula, extiende su mano para inspeccionar su compra, agarra el mentón de la loba, revisa su cara para asegurarse que no tiene marcas. —¡Yo no le pertenezco a nadie! —La loba lo escupe directamente en el ojo. Matthew retrocede incrédulo ante la audacia de la loba, sus ojos se convierten en dos chispas de fuego por la ira y la expresión de su rostro se vuelve sombría. —¡¿Sabes quién soy yo?! —Su voz resuena como un trueno en el lugar. —Soy el líder de Luna Roja. Puedo ordenar tu ejecución ahora mismo. —Lo único que sé de Luna Roja es que su Alfa es incapaz de dar cría. ¡Ejecúteme! —responde con desprecio, hiriendo el ego de Matthew El Alfa empezo escucha los murmullos y las risas burlonas, su hombría de lobo ha estado en boca de todos por no tener un heredero. —¿Cómo se llama esta esclava? —Amelia. El Alfa la compra, sube a Amelia a su caballo en un movimiento brusco, Amelia, atada de manos y sentada en el regazo del lobo, contiene sus lágrimas. —Debes aprender a respetar a tus superiores. Eres solo una Omega esclava —Mathew le gruñe, aún ofendido por lo sucedido. Amelia no responde, observa el camino buscando una oportunidad de escape. La loba en un agil movimiento, se lanza del caballo, rueda por el suelo sintiendo el ardor en su espalda que la hace gritar, pero su determinación es más fuerte, se levanta y corre al bosque. —¡Atrapala! —Matthew grita ordenando a su sirviente. Amelia corre con todas sus fuerzas, pero a pesar de tener un espíritu impetuoso, sus energías por la falta de comida y el maltrato de su delgado cuerpo la hacen desfallecer. —¡Obedece! —el sirviente la atrapa tirándola al suelo, levanta la mano para golpearla. —¡¿Qué crees que estás haciendo?! —El Alfa empuja al sirviente —Nunca debes golpear a una Loba. A pesar de su carácter fuerte y frio, el Alfa protege a los suyos, aún cuando retan su autoridad. Matthew intenta ayudarla a levantarse del suelo, pero Amelia rechaza su ayuda con enojo. —¡No voy a ser tu esclava! Prefiero que me mates antes de someterme — responde con la voz entrecortada. Mathew la miró a los ojos, sorprendido por su carácter, algo que nunca vio en otra loba. Sus labios estaban tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. Amelia sintió cómo su corazón latía con fuerza. —Escaparé… —titubea remojando sus labios con la lengua —Puedes intentar escapar mil veces, y siempre te atraparé —responde él con firmeza —De nada sirve huir, yo tengo tu llave. El lobo le enseña la llave que cuelga de su cuello, la única capaz de abrir el cerrojo del grillete que cubría la delgada pantorrilla de Amelia. El símbolo de su esclavitud. Mathew se levanta y le extiende la mano, intentando hacer las paces. —¿Qué me espera en tu manada? —pregunta desconfiada —No te daré cría. Mathew suelta una carcajada cínica y bromista. —Soy un Alfa; jamás mezclaría mi semilla con el vientre de una Omega. Amelia suspira aliviada. No le importa el comentario despectivo del Alfa, pero le hace sentirse más segura saber que no será ultrajada. La loba accede a seguir el viaje con él, escapar es inútil; él la encontraría y sin la libertad del grillete con la marca del Alfa, la regresaran a su lado. La manada Luna Roja es una de las más ricas. El lujo se puede ver en las calles de aquella pequeña manada, por lo que la presencia de una desarreglada y arrapienta Amelia, no encaja con el panorama. Al llegar a la mansión, una pálida loba de aspecto enfermizo, se acerca a Mathew y le da un beso en los labios. Él sonríe con discreción, regresando el beso en la frente tiernamente. —Amelia —chasquea los dedos para que la loba se acerque—. Ella será tu dueña, mi esposa y la Luna de la manada, Catalina. Catalina, con una sonrisa, se acerca a Amelia y le da un abrazo. La loba hace mucho no recibía un gesto cariñoso o fraternal, en aquella jaula solo era vista como una propiedad. —Mi señora ... —murmura agachando la mirada. La Luna de la manada, le ordena a Susana, la nana del Alfa, una vieja loba que se encargue vestir apropiadamente a su nueva esclava. Catalina empalidece, coloca su mano en su pecho sintiendo un escalofrío que recorre su piel erizando sus vellos. Siente un leve mareo, se desmaya en los brazos de Matthew que con delicadeza, sostiene el cuerpo débil de su esposa como un trozo de seda suave en sus dedos. El Alfa la acuesta en la gran cama King que comparten en la mansión familiar, suspira y gira para ver a Amelia parada en el pórtico de la puerta de la habitación, algo curiosa por lo sucedido. —¿Ella se encuentra bien? —pregunta Amelia notando la preocupación en el ambiente. —La Luna está enferma. Tu deber es cuidar de ella. Vivirás por y para Catalina. Amelia asiente con la cabeza. A pesar de la arrogancia de Mathew, este gesto le hace bajar la guardia. —La cuidaré... Susana interrumpe la conversación. Lleva a Amelia a la cocina, aquella loba empieza a devorar todo lo que ve en la mesa, agarrado con una mano una gran pieza de pollo y con la otra un pedazo de pan. —¡Comportate! Esa comida es de los señores —Susana levanta la voz asustada por la manera de comer de la delgada joven. —Dejala comer, Amelia ahora es parte de nosotros —Matthew agarra una manzana de la mesa a la que le da un bocado con sus largos dientes. Amelia se sonroja déjando la comida en la mesa y limpiándose la boca llena de grasa con sus brazos. —Ire a darme una ducha, si Catalina necesita algo avísame —Matthew sonríe agarrando una servilleta que le entrega a la esclava antes de irse. —Los señores son buenos. Solo obedece y estarás bien, no te faltará nada —Susana suspira con una sonrisa tranquila —Me falta mi libertad. Al terminar de comer, Susana le entrega un vestido, una toalla e implementos de aseo para que la loba tome una ducha. —Sube por las escaleras, al final del pasillo giras a la derecha y la primera puerta a la izquierda. Amelia obedece, camina por el largo pasillo inmersa en sus pensamientos, donde su destino parece incierto. Abre la puerta, se quita la toalla sin darse cuenta que se equivocó en las indicaciones. El vapor del agua caliente hace su visión borrosa, al dar un par de pasos, se encuentra con el Alfa desnudo ante ella. —¿Vienes a pasarme el jabón o solo a mirar? Mientras tanto… Susana le lleva un té a la Luna de la manada. Catalina Tose y se percata que su pañuelo blanco de lino fino está manchado de sangre. —Susana mi tiempo se agota, tiene que ser ella... —¿De qué habla, mi señora? —Amelia es quien le dará un heredero al Alfa Mathew.FinalCapitulo 100La boda de Renata y Max se llevó acabo, la loba Lucia un hermoso vestido color blanco, mientras una gran sonrisa se dibujaba en sus mejillas.El lobo la toma de la mano, con los ojos brillantes, de un novio que sabe tiene la oportunidad de ser el esposo de su Mate, de la pareja destinada por la Luna.Larios es quien dirige la ceremonia, el lobo les ata sus muñecas con un hijo rojo que se puede ver para todos, les coloca los anillos que significan una unión infinita, mientras se juran amor mirándose a los ojos.—Te amo y prometo ser tu mano derecha, tu confidente, amiga y amante para siempre.Un beso sello el destino de un amor tierno que empezó en medio del caos, Max solo comprobó que ella era quien le daba paz, y la tranquilidad que necesitaba.—Les presento a Max y Renata, los futuros Alfas de Luna Roja y Nocturna.Max había dejado atrás el dolor del desprecio de su manada, entendió que el Alfa blanco era la representación del perdón de la grandeza y eso solo lo l
Capítulo 99Mirta llega a la manda Nocturna, a pesar de lo díficil del camino, el amor que sentía por Matthew le dio la fuerza para cabalgar y llegar a ese lugar.Amelia que se encontraba descansando, fue alertada por uno de los sirvientes, sobre la presencia de una loba con información importante.Abrió los ojos al darse cuenta que esa loba era Mirta, cruzo los brazos en defensiva, aún no podía verla sin sentir el dolor de lo que ella representaba en la vida de su esposo.—¿Qué quieres aquí? Si vienes a excusar a tu hijo por el secuestro de Renata, te advierto que hay testigos que lo vieron liderar la redada del secuestro.Amelia suspiro enojada, conocía a Mirta y sabía que ella era capaz de cubrir los pasos de César, pero no sé saldría con la suya, quizás por el odio celoso de estar frente a la concubina de su esposo.—No, jamás apoyaria a César para una locura como está, mi hijo ha perdido la razón, una fuerza más intensa que el lo domina.Max y Larios que vigilaban la zona, llegan
Capítulo 98Amelia llego a la manada, saludo a su padre e hijo, mientras intentaba observar si Matthew ya había llegado a buscarlo.—¿Dónde está? Pensé que me esperaría aquí —Amelia había tomado una decisión, tenía que hablar con Matthew y sería una charla compleja.Max le enseño el anillo que había comprado para Renata, un hermoso corazón de diamante rosado.La boda sería en dos días, además Larios había decidido abdicar a su trono para darselo a su nieto, sentía que Max estaba preparado para ser un líder —¿Qué le dirás a tu papá? Se que prometió respetar tu decisión, pero para el será difícil saber que no serás el Alfa de Luna Roja —Amelia tomo la mano de su hijo y le dio una caricia en la mejilla.—Papá sabe que lo hago por dignidad, Luna roja me dio la espalda cuando moneda nadie y no sería justo que yo sea su líder cuando tengo un lobo.Max sentía en el fondo de su corazón, que actuaba desde un capricho, pero se había prometido actuar desde de sus propios sentimientos.La verdad
Capítulo 97César no podía creer lo que veía, el Alfa blanco, ese lobo poderoso que parecía imposible de ver, estaba frente a el, y lo que peor era que estaba en el cuerpo de su hermano.No le importo, sabía que perderia que no tenía oportunidad Pero la rabia que crecía en su Interior era más fuerte, Max representaba el odio que por años, Aurelio le había metido en el alma.Se lanzo contra Max, pero en un solo movimiento lo lanzo en el aire, César se golpeó fuertemente, Mirta corrió para ayudar a su hijo malherido y pedir piedad por el.—Me lo llevaré, no tienen porque lastimarlo.Max regreso a su forma humana, la batalla no había existido, era imposible que un lobo normal si quiera llegara a rozarlo, ni siquiera había usado un poco de su fuerza y su hermano estaba en el suelo.—Cesar tenemos que hablar hermano.El lobo empujo a Max mientras miraba al suelo destruido en su ego, se había preparado por años, en entrenamientos, toda su vida pensó en que debía ser el más fuerte de los lob
Capítulo 96La presencia de Max, era la de un lobo imponente que acababa de descubrir que dentro de su corazón vivía un ser legendario. Se bajó del caballo y caminó directamente hacia los lobos supremos, Amelia tenía una sonrisa en su rostro pues se dio cuenta que su hijo había encontrado lo que tanto había buscado. —Ella no se casará con César, porque en lugar de Renata es junto a futuro Alfa de la manada Luna roja, y ese Alfa soy yo.César sintió un escalofrío recorrer su piel, su hermano ya no se veía tan débil como antes, una fuerza que emanaba dentro de su ser, camino y lo miró a los ojos fijamente. —¿Cómo puedes pedir un trono? No te das cuenta que eres peor que nada, un Lycan qué presume ser una raza superior, pero ni siquiera tienes un lobo. Las burlas de César se encajaban en la principal inseguridad de Max, él siempre pensó que sin un lobo era poco suficiente para poder ser el líder de Luna roja.—Para ser el líder de una manada, se necesitan muchos más cualidades que te
Capítulo 95Renata de inmediato negó con la cabeza, no estaba dispuesta a casarse con un lobo al que no amaba, en su corazón guardaba la esperanza del regreso de Max, y que este pudiera pedir su mano al encontrar a su lobo.—¿Estás loco? Yo no me voy a casar contigo de la noche a la mañana, ya es demasiado humillante tener que aceptar tu oferta, después de la manera en la que te burlaste de mí. La loba no podía olvidar las ilusiones que tenía cuando conoció a César, él visitó la manada canela, en las épocas de la cosecha, se presentó ante todos como el futuro heredero de su manada, la manada Sun, y con cortejos empezó a seducirla. No dudo en entregarse a él, segura de que respondería, pues creía que él también estaba enamorado, pero cuando eso sucedió él la abandonó a su suerte. Sin embargo, César se convirtió en un lobo posesivo con ella, cada vez que la veía cerca de otro lobo, la amedrentaba al punto de intentar golpearla, y en varias oportunidades aprovechó aquellos encuentros
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