Cuando Ethan se enteró de lo sucedió, se puso furioso. Otra vez se había dejado engañar por su madre al creer que su arrepentimiento era sincero. Le dolía escuchar la manera en que su pequeño hijo narraba los hechos, incluso lloró cuando mencionó que la señora había tomado del cabello a su madre.
—Mamá, conmigo puedes hacer lo que quieras. Pero con mi mujer y mi hijo no te metas. Te lo advertí una vez, no lo volveré a repetir, a partir de este día, no quiero que me vuelvas a llamar hijo, tú no mereces ser mi madre.
Le dijo en una llamada telefónica.
Esa mujer me ha insultado, ha dicho que tiene un hijo contigo. Mi querido Ethan, le prometí a tu padre que cuidaría de todos ustedes, especialmente de ti. Esa mujer te dejó hace un par de años, se fue con otro hombre y, ahora regresa con un hijo, el cual pretende hacerte creer que eres el padre.
¡Abre tus ojos, por favor!
Ethan colgó la llamada antes de que su madre comenzara con los disparates del día. Agradecía que la mujer embarazada no