La intriga aumentó más para Anastasia cuando llegaron al lugar que ella menos se imaginó.
―¿Qué hacemos en un hospital, Eliam? ¿Te sientes mal?
―No. Yo estoy en muy buenas condiciones. Te lo he demostrado antes de salir.
Bromeó, haciendo un ademán coqueto con sus ojos.
―¿Entonces?
―Entremos y allí te darás cuenta de que se trata.
―Buenas tardes, señorita, ¿se encuentra el administrador de este hospital? ―Preguntó Eliam a la recepcionista.
―Si se encuentra, pero no atiende a cualquier persona, a menos que sea un caso muy importante.
Dígame si usted es uno de ellos, de lo contrario no se moleste en pedir que él lo reciba.
―¿Pero qué significa esto?, ¡Llama de inmediato a ese inepto! Dile que la nueva dueña de este hospital ha llegado y está solicitando su carta de renuncia o mejor, de inmediato prepara su despido. ―Ordenó con prepotencia Eliam.
La dama lo observó con miedo y de inmediato fue corriendo hasta la oficina del administrador.
―Explícame, de que hablas Eliam, ¿quién es la du