Tal y como Anastasia se lo pidió, Eliam no amaneció en casa la mañana siguiente y ella se sintió un poco triste porque ya se estaba adaptando a su presencia. No digamos el pequeño Dennis, este, al solo despertar corrió a la habitación de su padre a buscarlo para jugar. El bebé no sabe que ese hombre es su papá, él lo llama como su amigo de juegos y eso le duele a Eliam, porque anhela que él sepa, que cuenta con su apoyo incondicional.
―Señora, el señor no ha bajado a desayunar. ―Le informó la chica que le ayuda a cuidar de su hijo y también ya se estaba acostumbrando a que en cada comida él les acompañara en la mesa, aunque Anastasia estuviera en su trabajo.
―Él ya se ha marchado. ―Respondió secamente, pues quizá le molesta que se haya ido tan pronto como ella se lo ordenó.
―Qué mal, el señor era muy buena onda. ―Comentó la chica, haciendo un puchero. Acto que no pasó desapercibido para una celosa Anastasia.
―¿Qué dices? ¿Por qué preguntas tanto por ese hombre? ¿Acaso te gusta?
Cuest