La madrugada se estira lenta sobre Milán, a esas horas no hay nada más en las calles que silencio y la luz filtrándose por los amplios ventanales del despacho uniéndose a las de la estancia. Pero, aun así, apenas si consiguen mitigar el tono gélido del mármol y del silencio que pesa sobre la habitación.
En el escritorio, los diferentes documentos se acumulan uno sobre otro, pero, para la peli plata, solo uno es lo suficientemente importante como para retener su atención.
Mientras su mirada recorre cada palabra del documento, Donatella presta mucha atención a los detalles del contrato de Thalia para la nueva campaña que realizará su empresa manejadora.
Puede sentir su sangre hervir de la rabia que bulle dentro de ella en el momento que sus ojos se fijan en una línea específica que la llevó a releerla varias veces, casi buscando que una de esas veces, lo allí escrito cambiara. Pero eso no ocurre.
El nombre allí impreso no deja de quemarle la vista.
Adriano Leclerc.
Su respiración se vue