Thalia se encuentra jugando con la ensalada en su plato, un gesto que es más inercia que otra cosa, pues en ese momento comer no se encuentra entre sus prioridades. A su lado, la conversación que sostienen su madre y su hermano se escucha como simples galimatías; su cerebro no tiene ningún interés en darles sentido, su mente se encuentra más centrada en otras cosas, por ejemplo: intentar recordar qué pasó la noche anterior y por qué razón su jodido “niñero” terminó amaneciendo sentado junto a su cama.
—¿Thalia? —llama Alessandro mientras coloca su mano sobre la de ella.
Ese toque basta para hacerla reaccionar; por lo que, al mirar a su hermano, le basta solo un segundo para entender que ese no era el primer llamado que le hacía.
—Perdón, ¿qué decías? —pregunta en un tono ligeramente apenado por su distracción.
—Te pregunté si tenías planes para hoy.
¿Los tenía? Rebobinando sus pensamientos, piensa en ello y busca algún recuerdo donde se hubiese comprometido en algún plan, pero entre e