Para cuando el Jeep se detiene frente a las imponentes puertas del Ritz, los huéspedes que entran y salen del lujoso complejo no pueden evitar dar furtivas miradas de desaprobación al ver el ya bastante gastado auto.Ignorando ese detalle, Leonardo, deja escapar un silbido bajo y divertido al observar la majestuosa entrada del complejo.—Bueno, parece que tuve una buena pesca esta noche —comenta en un tono que busca ser juguetón, para luego dedicarle una rápida mirada a Thalia, que aún está sentada en el asiento del copiloto.Pero ella, todavía desorientada y con el cansancio reflejado en sus ojos, prefiere ignorarlo. Tras dejar salir un largo y pesado suspiro, toma la manilla y abre la puerta del jeep para bajar en silencio.De inmediato, los que logran reconocerla, se muestras sorprendidos de ver su figura vestida con un simple y viejo chándal gris a juego con la camisa, una ropa tan acabada y fuera de lugar que contrasta con el lujo que la rodea.Leonardo la observa marcharse desde
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