VLAD.

En las cercanías del bosque, en la ciudad de Brasov, estaba la caverna de mala muerte, del lobo infernal, que era visitada por todos los hombres de la más baja calaña, borrachos, cazadores, leñadores y todos los campesinos de la ciudad, solían venir a pasar el tiempo,

la caverna de mala muerte, era una especie de agujero negro, con grandes luces encendidas como antorchas en las paredes, dentro del lugar oían las voces de los ebrios, y mujeres que vendían su cuerpo por algunas monedas.

Un hombre corpulento de piel clara estaba sentado en una de las mesas del rincón de la caverna, bestia un traje largo, y un enorme sombrero le cubría todo el rostro, en su cinto llevaba una enorme espada, y sobre su espalda una aljaba llena de flechas que no se despegaba ni un solo instante.  Era Vlad, el cazador, tal como le solían llamar en los habitantes de Brasov, que contaban historias de su osada valentía, y que una ave había batido en duelo con un lobo y con un vampiro al mismo tiempo, y que Vlad era tan valiente, que el mismo lobo y la bestia sintieron temor seguir en el combate.

Vlad, tomo una enorme cerveza, que se le había servido en un enorme vaso de madera,

Vlad se tomó un buen sorbo de la bebida y se sumió en sus pensamientos, por una de las puertas de la taberna entro, el joven Alexandru, que era el aprendiz de Vlad, que estaba acostumbrado a tomar toda clase de peligros, cuando se trataba de la cacería de bestias salvajes,

Alexandru, le encantaba ver a Vlad batirse con las bestias, y verlas caer hechas pedazos, aplastadas bajo sus manos, Alexandru, era alto y delgado, de elegante complexión, sus ojos eran negros como la noche y sin expresión alguna, era frío, y templado, y solo se alegraba si Vlad asesinaba delante de alguna bestia.

Alexandru se sentó en la mesa donde estaba Vlad, sin decir una palabra, repentinamente, mientras Alexandru, pedía si cerveza una turba de campesinos entro en la taberna, haciendo revuelo entre los presentes,

—Vlad, Vlad, dijo uno de los campesinos, que había entrado en la caverna con antorchas y palos en las manos, Vlad, no respondió,

—Vlad, ¡la bestia, la bestia! Se ha llevado nuestras hijas, necesitamos de tu ayuda, cazador, Vlad se puso de pie, al instante,

—¿nuestras hijas? Dijo Vlad, con una vos secá,

—sí, Vlad, diez de nuestras hijas, han desaparecido, nadie nos da respuesta de ellas,

—¡vamos! Dijo Vlad, a Alexandru, que todavía tomaba su cerveza, tenemos una misión que cumplir, de las que me gustan,

dejen sus pagos en las manos de Alexandru, siguió, Vlad, los campesinos, dejaron algunas monedas. 

Vlad, salió de la taberna, Alexandru le siguió, Vlad subió a su caballo negro, saco su enorme espada, ni siquiera pregunto, donde las niñas habían desaparecido,

detrás de Alexandru, un enorme sabueso, negro, de grandes fauces, salió de detrás de Vlad, el enorme sabueso, había sido entrenado por Vlad desde muy pequeño, conocía muy bien los olores de las bestias, no tenía piedad ni miedo, cuando le tocaba enfrentarse.

El enorme sabueso comenzó olfatear en dirección del bosque, como si algún olor horripilante viniese de allí, Vlad, siguió las pisadas del sabueso, y saco su espada al instante, el denso bosque estaba en completas tinieblas, parecía que cualquier bestia salvaje podría provenir de allí. El sabueso llamado lucifer, corrió a grandes zancadas, como si en las penumbras de la noche había detectado algo.

Vlad, salto de su caballo al instante, el sabueso negro, se detuvo en seco, en las cercanías de una pendiente, un olor a podrido se sentía en el lugar, y unas voces perturbadas se oyeron a lo lejos.

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