Me quedé congelada frente al ventanal, apenas respirando.
La figura seguía allí, inmóvil entre los árboles, como parte del paisaje. Pero yo sabía que no era una ilusión óptica. No era un truco de la luz o una rama mal colocada. Era alguien. Alguien que me miraba con la tranquilidad escalofriante de quien no tiene prisa… porque ya te tiene.
Una brisa suave recorrió mi nuca, deslizándose bajo la camisa. Me estremecí.
La casa estaba sellada, lejos de todo. O eso me había dicho Enrico.
Pero entonces, ¿por qué sentía que estábamos rodeados?
Me giré despacio, buscando cualquier indicio de que no estaba perdien