Hay decisiones que se toman con la cabeza, otras con el corazón… y después están las que no sabes ni cómo demonios tomaste, pero terminan cambiándote la vida.
Desperté sola en la cama. Otra vez.
El lado de Enrico aún estaba tibio, lo que significaba que no había salido hace mucho, pero igual, el vacío que dejó su ausencia era frío y punzante, como si mi pecho lo notara antes que mi cuerpo.
Me quedé mirando al techo por unos segundos, abrazando la sábana como si pudiera encontrar en ella una respuesta a todas las preguntas que me carcomían.
Últimamente sentía que estábamos bailando al borde de un precipicio. Un paso en falso y todo se ir&iacut