Desperté con el pulso acelerado, el frío de la mañana calando en mis huesos, pero lo que realmente me helaba era el recuerdo de la pistola. El metal frío, la inscripciones que cortaban la piel con cada palabra escrita. ¿Por qué estaba allí? Y lo más inquietante: ¿por qué la había encontrado?
Mi mente aún no conseguía descifrarlo. Todo parecía borroso, como si el día anterior hubiera sido solo un mal sueño. Pero la pistola, ahí, en el cajón de mi mesa de noche, me decía que no. Me decía que todo había cambiado.
Mi corazón latía desbocado, pero intenté calmarme. El peligro ya no estaba allá afuera. No eran los hombres que me perseguían, ni las sombras que acecha
Desperté con la sensación de estar flotando, atrapada entre la pesadilla de la noche anterior y la realidad que se aferraba a mí con fuerza. El beso, ese beso, seguía ardiendo en mis labios como una marca indeleble, y no podía escapar de su sombra. Las imágenes de su rostro, su fuerza, su mirada intensa, me rondaban, y el aire en la habitación parecía pesar más que nunca. ¿Qué significaba eso? ¿Por qué me sentía tan dividida? Entre el miedo y el deseo, entre lo prohibido y lo inevitable.Enrico seguía siendo esa presencia inquietante, una figura que me dominaba desde la distancia, pero en su silencio había algo nuevo. Algo que no sabía descifrar, pero que se palpaba en cada uno de sus movimientos, en sus miradas fugaces que evitaban encontrarse con las mías.
Cada vez que pensaba que ya había alcanzado mi límite, Enrico encontraba una manera de empujarme más allá. Estaba empezando a sentirme como una cuerda tensa, a punto de romperse. Mis emociones eran una maraña imposible de desenredar, y lo peor de todo es que ni siquiera sabía si realmente quería que esa cuerda se rompiera. Algo en mí, aunque lo odiara, me atraía hacia él de una manera que no podía controlar. Y lo peor: no quería controlarlo.Pero algo dentro de mí me decía que no debía confiar en él. Algo en su mirada, en sus palabras, me decía que había algo más que no me estaba diciendo. Algo que no entendía. Y eso me hacía dudar, me hacía preguntarme si todo esto no era más que un juego para él, una manera de probar su po
Me siento más atrapada que nunca.Los días han pasado, y aunque trato de alejarme, de encontrar algo, cualquier cosa que me permita respirar con libertad, la sombra de Enrico sigue sobre mí, siempre presente, siempre inquietante. Mi mente está llena de él, de su voz, de sus gestos, de su mirada, que cada vez es más difícil de leer. Hay algo en su cercanía que me quema, que me consume, y lo peor es que no quiero que se apague.Nunca imaginé que una relación así, tan llena de misterios y secretos, pudiera atraparme de una manera tan profunda. Pero ahí estoy, atrapada en su juego, en su mundo, y aunque quiero salir, algo en mí me impide hacerlo.Hoy, en un giro inesperado, Enrico me ha llevado a un lug
Es extraño cómo el corazón puede ser tan cruel.Mi mente lucha entre alejarme de Enrico y quedarme, atrapada en esta tormenta emocional que nos consume a los dos. El dilema es constante, y me está desgarrando lentamente. Cada vez que intento tomar distancia, el mismo magnetismo que hay entre nosotros me atrae de vuelta, como si estuviéramos destinados a caer en este círculo vicioso.La verdad es que cada día la distancia entre nosotros se hace más corta. Pero en lugar de acercarnos, nos estamos destruyendo. Las consecuencias de seguir adelante son cada vez más graves, y aún así, aquí estoy, incapaz de soltarlo.Es imposible negar lo que siento por él. Es una fuerza que no sé cómo conten
Cada día que pasa, el dilema crece. La relación con Enrico está al borde del abismo, y yo, inexplicablemente, sigo caminando hacia él. Lo observo, como siempre, desde la distancia de un juego que jamás entendí en su totalidad. Al principio, pensé que me encontraba atrapada en una telaraña de deseo, una atracción peligrosa, pero ahora… ahora entiendo que no se trata solo de pasión. No, hay algo mucho más profundo que nos mantiene juntos, algo que va más allá de lo físico, algo que podría destrozarnos a ambos.Enrico ha dejado de ser el hombre de poder que tanto temía. Ahora lo veo como un hombre vulnerable, un hombre que tiene tanto que perder que su respiración se convierte en una lucha constante. En sus ojos ya no solo hay determinación, hay miedo. Miedo de
Las últimas semanas han sido una montaña rusa de emociones que no logro entender del todo. Enrico me consume de una manera que me hace sentir más viva que nunca, pero al mismo tiempo, me quema por dentro. Algo en su presencia me hace sentir atrapada, como si estuviera en una jaula de oro, pero la puerta nunca se cierra completamente. Me mantiene cerca, pero lo suficiente para no poder alcanzarlo del todo.Hoy, como casi todos los días, me encuentro observando a Enrico desde el otro lado de la sala. Está de pie cerca de la ventana, sus hombros tensos, la mirada fija en algo que solo él puede ver. Me pregunto si alguna vez me verá con los mismos ojos con los que me mira cuando nuestros cuerpos se acercan, cuando sus manos tocan las mías con esa chispa que solo él puede despertar en mí.