Capítulo cincuenta y nueve. Un día más antes de volver.
La mañana comenzó con el sonido de gaviotas y el olor a pan recién horneado que llegaba desde la panadería del pueblo. Nicole despertó antes que Kyan. Se quedó unos minutos observándolo dormir, con el brazo estirado sobre su almohada, como si incluso dormido la buscara.
Millie fue la siguiente en abrir los ojos. Apareció en la puerta de la habitación con su pijama arrugado, el cabello hecho un nido y un peluche en los brazos.
—¿Hoy también estamos de vacaciones? —preguntó, restregándose un ojo.
Nicole sonrió desde la pequeña cocineta del hotel, sirviendo jugo en un vaso de colores.
—Sí, pequeña. Un día más para nosotros.
Millie soltó un gritito emocionado y corrió a abrazarla por la cintura.
—Entonces quiero ir a ver los caballitos otra vez. Y después podemos comer más helado. Y después… hacer castillos. Pero de verdad, no de mentira.
—Los castillos siempre son de verdad si los construyes tú —respondió Kyan, apareciendo en el umb