Capítulo cincuenta y ocho. La familia valiente.
La mañana siguiente amaneció envuelta en bruma Nicole. Las ventanas del hotel estaban ligeramente empañadas, como si el mundo hubiera decidido tomarse una pausa. Millie fue la primera en despertar. Entró corriendo a la habitación con una emoción desbordante y un trozo de papel entre las manos.
—¡Miren! ¡El hotel organiza una búsqueda del tesoro para los niños! ¡Y dicen que los padres también pueden ayudar si son valientes!
Nicole, medio dormida, la miró desde la almohada.
—¿Valientes como piratas?
—¡Valientes como tú cuando comes brócoli! —gritó Millie.
Kyan se rió desde el baño, con el cepillo de dientes en la boca.
—Entonces mamá es la más valiente de todos nosotros.
Más tarde, armados con una lista de pistas, una brújula de juguete y un mapa dibujado con crayones, emprendieron la misión. El personal del hotel había escondido pequeños cofres de madera en distintos puntos del pueblo: detrás de una fuente, bajo una sombrilla en la playa,