53.La única forma de abrir la puerta

Capítulo cincuenta y tres. La única forma de abrir la puerta.

El sol de media mañana se filtraba a través de las cortinas del penthouse, bañando el suelo de madera con una tibieza que no se sentía solo en la piel, sino también en el aire. Era la primera vez en mucho tiempo que el apartamento no parecía contener fantasmas. No había discusiones suspendidas en el ambiente, ni secretos escondidos en cada rincón. Solo el murmullo suave de la cafetera, los lápices de colores esparcidos sobre la mesa de Millie y el sonido leve de las hojas al pasar en la biblioteca.

Kyan estaba sentado en el sillón del salón, con una libreta entre las manos. No escribía nada, solo la sostenía, como si ese simple gesto lo ayudara a sostenerse a sí mismo. Nicole se acercó en silencio, llevando una taza de té para ella y otra de café para él.

—¿Estás bien? —preguntó, con voz tranquila.

Kyan asintió, aunque su mirada seguía perdida.

—Estoy… empezando a entender. A Theo, a mí. A todo lo que se rompió en esa casa
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