Hace cinco años el millonario Alex Morris bajo su maldad y perversión fue capaz de seducir a su secretaria logrando que hiciera lo que estuviese a su alcance para salvarlo a él. Aprovechando su confianza hizo que se culpara de un asesinato que no cometió, haciéndole creer que la ayudaría a salir de prisión, sin embargo, todo era una mentira creada para no dañar su reputación; Nadie podía saber que estaba involucrado en el asesinato de su prometida; La hija de un político importante que podría aplastar su carrera. Esa mujer inocente y fea que él recuerda se ha convertido en una flor bella dispuesta a destruirlo y a demostrar que él fue el verdadero culpable. Analía tendrá que luchar contra la corriente para demostrar que el gran millonario Alex es un asesino, y que ella es la víctima, teniendo a su favor que ahora ya no es una simple secretaria, ahora hace parte de una organización secreta que quiere atrapar a Alex por sus crímenes. Su ventaja es que él nunca podría comparar a la fea chica de hace años con la chica hermosa de melena rojiza. Pero lo más cruel de todo es que tiene que olvidar sus sentimientos por él, y Alex no se la pondrá fácil, haciéndola caer en su juego de seducción, pasión, deseo y ganas de disfrutar hasta el pecado más imperdonable. Un hombre que parece un Dios por su belleza y elegancia, y una mujer que atrapa a cualquiera con una sonrisa, los dos con el ego por las nubes y el orgullo por el cielo; Ambos van a destruirse y a enamorarse al mismo tiempo que empiece… La venganza de Analía.
Ler mais¿Cómo se perdona a alguien que te traicionó y te enseñó lo cruel que es el mundo?
Es imposible poder dejar atrás las cicatrices que dejan las heridas provocadas por amor, las cicatrices que te recuerdan lo inocente y débil que fuiste en el pasado, porque cada vez duelen más y te recuerdan que ya no puedes retroceder si diste un paso adelante.
Alex me destrozó la vida, hizo que perdiera todo y, aun así, seguía creyendo en él hasta que mandó que acabaran con mi vida, yo era un cabo suelto, podía acabar con su prestigio. Desde entonces, me prometí que me las cobraría una a una hasta verlo tocar fondo, sin embargo, ahora que está pasando ¿por qué no me siento bien? ¿Por qué el vacío y la rabia siguen en mí? ¿Tanto me dañó?
Él me enamoró aprovechando mi inocencia, lloré encerrada durante tanto tiempo que ahora quiero verlo por última vez y decirle que por mí está encerrado, que tardé en regresar un par de años porque me estaba entrenando para destruirlo.
En el fondo los dos somos un asco, la diferencia es que yo lo amaba y él solo necesitaba una tonta para no ir a prisión.
—Qué destruido te ves.
Hablo, viendo a Alex acostado en la cama de concreto, su cara está llena de golpes y su ropa rota. Se ve acabado.
Abre los ojos al escuchar mi voz.
—Debe ser difícil para un hombre que compra a todos estar detrás de las rejas. ¿De qué te sirve tu sucio dinero ahora? Estás hundido.
—¿Qué quieres? Eres una maldita traicionera —se sienta, dejando sus codos afirmados en sus rodillas—. Yo confié en ti y me traicionaste como la perra regalada que eres.
Suelto una risita sarcástica.
—Confié en ti, Analía.
Doy un paso hacia los barrotes.
—Tú me traicionaste primero; Me enamoraste, hiciste que perdiera a mi familia, hiciste que la sociedad me rechazara —lo señalo—. Tú, Alex Morris, fuiste una basura conmigo, me jodiste la vida.
Se levanta, caminando hacia los barrotes. No retrocedo.
—¿De qué estás hablando? Tú fuiste la que apareció y acabó con mi vida. Desde que apareciste todo empezó a dañarse.
Sonrío. No tiene la menor idea de quién soy.
—¿No te acuerdas de mí? Qué malo, si fuimos amantes porque tenías la maravillosa idea de meterme en tus planes enfermos, tú me convertiste en tu rata de experimento —mascullo. Se ve perdido—. Te voy a refrescar la memoria —me acerco—, usaba lentes, ropa de monja como decías y tenía frenillos. Solías reírte a mis espaldas diciendo “es un monstruo”. Ah, hiciste que me culpara de un asesinato que tú cometiste.
Sus ojos se llenan de lágrimas y de cierta sorpresa que lo hace retroceder. Se empieza a secar las lágrimas y a negar con su cabeza repetidas veces.
—Tú no puedes ser ella, es imposible —se niega—. ¡No! ¡No! Ella está muerta…
—Me mandaste a matar, pero todo te salió mal y supe aprovechar la oportunidad que me daba la vida para verte como ahora; Humillado.
Trata de agarrarme las manos y las levanto, no quiero que me toque.
—Tú vas a descubrir lo que es estar detrás de las rejas y sentir que tu vida se acabó, y quiero que recuerdes que yo fui quien te mandó a la cárcel, que tú perdiste y yo gané.
—¿Es una venganza? ¡Quise ayudarte! Fui muchas veces a saber de ti y no me dejaban verte, no puedes creer que yo te traicioné.
—Ya no te creo tus mentiras, la chica que un día fue tu secretaria, esa chica llena de inocencia, tú la mataste el día que hiciste que se culpara por un asesinato que no cometió. Tú fuiste quien mató a tu prometida.
Me queda mirando, él sabe que no soy la misma de antes, no podría convencerme.
Sonríe, dejando ver la maldad en su mirada. Ahora sí es el verdadero Alex Morris.
—Cambiaste, debo admitir que me has sorprendido, pero yo voy a salir de aquí y tú siempre serás presa de tus pensamientos. No serás feliz nunca.
Me quedo callada, llena de impotencia.
—Te volviste una basura como yo —masculla, sonriente—. Te convertiste en todo lo que odias en mí, ese será tu castigo.
—Fuiste un buen maestro.
Doy la vuelta para irme, no quiero seguir escuchando su voz, no quiero tenerlo cerca.
—Analía…
Me llama.
—Lograste librarte de mí, pero en el fondo de tu corazón sabes que también perdiste esta guerra; Te volviste a enamorar de mí.
Me giro sobre mis pies y le digo.
—No volvería a cometer el mismo error dos veces. Ahora, púdrete.
~Años después~Ha pasado tanto tiempo que no me explico cómo es que mi vida cambió y empecé a dejar atrás todo el dolor que marcó mi vida, la rabia y el resentimiento que por muchos años sentí ahora ya hace parte de mi pasado como muchas personas que decidí dejar atrás por mi salud mental. Estaba tan mal que llegué al punto de encerrarme durante semanas, sentía que todo lo que había hecho para recuperar mi vida era un fantasma que no me dejaba seguir, cada recuerdo seguía presente recordándome que no hice las cosas bien, hasta que colapsé, y Manuel me hizo entender que aunque no tomé un buen camino para llegar a donde estaba lo hice porque lo único que buscaba era justicia, y ya no se trataba de mí, ahora se trataba de Alejandro, no podía dejarlo solo y tenía que avanzar y dejar atrás todo lo malo que me atormentaba o siempre iba a seguir cargando con la sombra de recuerdos dolorosos. Tomé terapia durante demasiado tiempo, no podía quedarme estancada, ahora soy una mujer diferente,
~Alex~—Tú nunca vas a entender lo que yo sentía porque yo te amaba sinceramente, y yo no te traicioné, Alex, tenía que hacer que pagaras lo que me hiciste —trata de calmarse—. ¿Sabes por qué tampoco nunca me entenderías? Porque mientras tú vivías una vida de rey yo estaba encerrada en prisión embarazada de ti y sufriendo de violación por parte de los guardias. Era yo la que sufría. Sus últimas palabras hacen que se me escapen las lagrimas. No sabía que había pasado por tanto, ahora entiendo el odio que siente por mí. —Tú hiciste tu vida, tu empresa creció, tu vida iba de maravilla, mientras yo deseaba salir, lloraba todas las noches y deseé que fueras a verme y sacarme de allí. Nunca pasó. —No sabía… por todo lo que habías pasado. —¿Cómo ibas a saber si jamás se te dio por irme a ver? Tú solución fue mandarme a matar, y la vida me dio otra oportunidad para que ahora yo esté de este lado y tú ahí sabiendo que te vas a morir en prisión. Puedo ver cómo trata de calmarse, pero el d
~Alex~De los momentos inolvidables de la vida podría elegir el momento en el que Analía con su cara llena de satisfacción me confesó que su nombre real era Carla y que había regresado para joderme la vida como años atrás lo hice yo. Ella tampoco tuvo piedad como yo nunca la tuve de ella cuando era una inocente joven que me amaba.Carla no le importó su vida pasada y se volvió una mujer poderosa y llena de influencias que podían acabar conmigo, una mujer que ahora se hacía llamar Analía y que podía pisotearme en cualquier momento y jamás me iba a dar cuenta de que era la misma mujer que le dañé la vida por pretender tener una vida llena de todo lo “bueno”.Nunca me imaginé que por más de un año yo estaría cerca de la mujer que pensé que estaba muerta, de la misma mujer que le arrebaté todo y logré que todos creyeran que era una asesina. Analía hizo tan bien su trabajo que se ganó mi confianza y perdí en el momento que le di entrada a mi vida y me enamoré de ella.Todavía no me cabe en
~Analía~Cuando alguien nos decepciona es tan doloroso que no sabemos lidiar con el dolor, no hayamos la manera de hacerlo porque nunca pasó por nuestra cabeza la idea de ser traicionado, me ha pasado varias veces, sin embargo, saber que Tomás era una mala persona me dolió tanto que no fui capaz de irlo a ver al hospital, la rabia no me lo permitía. Ya han pasado tres semanas y gracias al que fue mi jefe sé que está en prisión, decidí que es momento de verlo, me dieron un permiso especial para verlo porque no podré volver, tomé la decisión de irme y no pienso regresar, quiero tener paz y en esta ciudad no la voy a tener, todo lo que hay aquí es malo, por eso me voy con mi familia. Es la mejor decisión. Mis zapatos resuenan en el piso a medida que camino, ni siquiera sé lo que siento ahora, me han pasado tantas cosas malas que esto no es nada comparado con lo mal que me ha ido en la vida. Lo que me duele es saber que alguien que quise tanto como Tomás me haya traicionado. Entro a l
~Analía~—¿Entonces, te llamas Carla y no Analía?La voz de Sam me hace darme la vuelta, estoy en el hospital, la prensa ya sabe todo lo que ha pasado, así que me imagino que por eso sabe lo que sucedió. —Si esperas que me disculpe no lo haré, todo lo que hice fue por mí. Lo único que lamento es no haberte dicho yo y que te hayas enterado por los medios. Estás en todo tu derecho de odiarme y de pedirle a nuestros amigos que se alejen, pero no puedo cambiar lo que sucedió. —Lo que me duele es que no me hayas contado pensando que no iba a creer en ti. Somos amigas.Me quedo callada.—No debiste ocultarlo.—No quería perderte, Sam. Estoy por recitar una disculpa y me pega a su cuerpo en un abrazo que me hace sentir querida.—Eres como mi hermana —besa mi frente—. Aquí me tienes para lo que necesites. Esta vez la abrazo yo, tuve miedo de perderla y jamás pensé que podía tener su apoyo, es una buena chica. Nos sentamos lejos de todos. —¿Cómo estás con todo lo que está sucediendo? L
~Analía~Camino de un lado a otro sin saber qué hacer, estoy ansiosa y no me puedo quedar sentada, no quiero malas noticias este vez, yo debí asistir al operativo, es una lástima que no me hayan dejado. Me voy a quedar sin uñas. Desde temprano me vine para saber lo que estaba pasando, han pasado casi seis horas y no han regresado, sabía que el operativo sería extenso, pero nunca pensé que tanto. Necesito saber lo que sucedió o voy a morir de la desesperación, lo peor es que no puedo llamar a nadie, todos dejaron los celulares por orden de la organización.—Señorita. La voz del jefe me hace reaccionar y me volteo con rapidez, está sucio y despeinado. Puedo sentir todo mi cuerpo temblar.—Dígame que por favor lo lograron. Deja salir una bocanada de aire.—Sé cuánto habías esperado esto, así que… —me mira detenidamente, y vuelve a abrir la boca—. A partir de hoy no tienes deudas con la justicia y eres libre de antecedentes. Puedes volver a seguir con tu vida sin preocupaciones. Trato
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