Embarazada Peter, su marido, la hermosa enfermera Pilar Montenegrino no esperaba que mismo día que decide contárselo, él le pedirá el divorcio, absolutamente destrozado porque ella lo ha traicionado. El millonario agente de seguridad Peter Embert, enloquecido y celoso, tiene pruebas de esa infidelidad, se ha enterado, a través de unas fotos, de una triste verdad que Pilar ha ocultado durante dos años. ¿Cómo podrá ella explicar que todo se trata de un fatal malentendido en pleno dolor de su esposo, quien, enceguecido por la rabia y el poder de la traición, la aparta de su vida como si fuese su enemiga?
Leer másÉl sonrió más abiertamente al verla caminar, se veía hermosa. Pilar ahora llevaba el cabello completamente suelto y retocó su maquillaje. Él pensaba que no le hacía falta, pero se le veía estupendo el labial rojo en su rostro de porcelana. Siempre le encantó cómo esos colores fuertes resaltaban el impresionante verde de sus ojos, la convertían en una mujer muy sexy, muy sensual.—¿Trajiste un suéter? Los vientos pueden darte frío allá arriba. —Señaló la mochila militar.Él asintió, fue hasta su pequeño equipaje y sustrajo un suéter de color gris cuello en V. Se lo colocó encima de la camisa celeste y salieron de la casa, caminado hacia arriba, él con zapatos deportivos, ella con sus sandalias, ascendiendo las escalinatas típicas, Peter sonriendo, mirando los azulejos en el suelo, atrayendo a
—Pilar, no creo que deba responder eso.—Lo sé, pero juro que ésta es la primera y última vez que te pondré en esta situación.La niñera y la enfermera se miraron justo a los ojos.—No es la primera vez que me haces este tipo de preguntas.—Incorrecto. Las otras veces intenté hacerlas. Solo que me retracté. —Hizo una pausa—. Además, no me interesaba saberlo. No como ahora —dijo en un tono bajo. Alzó su mirada sin mover su cabeza.—Me basaré en lo que la señora Carol demostraba, porque no creo que sea correcto que hable de mi jefe sobre esas circunstancias. —Pilar no emitió juicios respecto a esa decisión, pero la aceptaba—. La señora Herly siempre se quejaba de que el señor nunca estaba allí. Se quejaba mucho de que él... no la besaba. Al menos, no con frecuencia. —Ahora, quien alzaba su mirada sin mover la cabeza era la niñera, queriendo saber si Pilar había entendido el juego de palabras.La enfermera se tragó lo mal que le caía ese tema, pero ella fue quien preguntó y no había vuel
(Dos días atrás).La noche cayó. Ya eran más de las 17:00 horas y Peter no daba señales de vida. Pilar agradecía sobremanera el haberse devuelto a su casa y que las ocupaciones aligeraran su preocupación. Llegar temprano a la isla fue buena cosa. Arreglar su pequeño hogar, asearlo, mostrarle a Susana su habitación, organizar entre ambas el cuarto de los niños, tomar café, conversar, salir a pasear, visitar la taberna de Leotrivi que ese día invitaba a una nueva parranda, quedarse un rato en la plaza junto a la niñera y los pequeños, saludar a la gente, ir juntas a casa de los hermanos Bouras, visitar a la amable y servicial señora Hilda, fueron tareas, tareas y más tareas, quehaceres que entretuvieron a Pilar hasta la tarde.—Creo que Victoria tiene sueño —anunció Susana, con la niña en brazos—. ¿Tienes sueño, pequeña? ¿Tienes sueñito? —Miró a Pilar—. ¿Qué hora es?Pilar y la niñera, junto con los pequeñines, ya se encontraban dentro de la casa. Piero jugaba, caminando de aquí para al
Se creó un silencio profundo, Peter no movió ni un solo músculo. Pensó rápidamente en esa locura que acababa de escuchar, sin mover ni una sola pestaña, no queriendo dar mayor lectura a nada más allá de lo evidente.«Este tipo conoce a Carol... Adaras conoce a Carol. Este imbécil no trabajó para Adaras en La Ciudad, no pudo haberla conocido allá. Tiene que saber de ella gracias a Vlachos, pero... ¿contratar? ¿Será que Carol se ha mezclado de nuevo en ese mundo y Álvaro la obligó a representarle ante el contrato de este tipo? Carol está desaparecida desde Septiembre, esto no tiene sentido».Tragó una repentina sequedad de su garganta.—¿Para qué te contrato la señora Herly? —Le siguió la corriente, pensando que aquel quería desestabilizarlo con mentiras.—Ella me contr
—¿Quién te envió? —preguntó Peter, hablando en un perfecto turco.Aquel hombre, el interrogado, se enderezó en su silla al ver que el rubio entraba a ese apartamento. Al momento de lanzar esa pregunta, caminaba hacia él y se sentaba al otro lado de la mesa de pesado y frío metal, con carpetas en su mano y un teléfono móvil guardado dentro de una bolsa de grueso plástico. El movimiento provocó que las esposas ancladas al tubo sobre la mesa tintinearan.Peter Embert en persona. El rumano pensó que las cosas estaban complicadas para él, pero frente a sí se presentaba lo que estuvo esperando, que fuese el propio agente Embert quien le interrogara. Llevaba un arma guardaba dentro sí, una artillería que pensó que podría usar de un momento a otro y solamente lo haría con el rubio, con nadie más, algo que no pensó que sucedería.El agente y el rumano se miraron. Cumplidas más de cuarenta y ocho horas, ya siendo de tarde, se repetía la pregunta, “¿quién te envió?”, y se repetirían muchas más,
El Boreas Stone House, una de las mejores posadas del pueblo griego de Chora, no sabía a quién estaban hospedando esa mañana y jamás podrían saberlo después de que Rita Corn les saludara amenamente, hablando inglés con fluidez y usando su mejor cara, una terriblemente emocionada por vivir nuevas aventuras y por haber llegado a ese punto alejado en el mundo.Rita pidió, ya en reserva, una habitación con balcón, el cual tenía vista al muelle y le agradó ver desde allí hacia abajo, específicamente hacia la terraza principal donde se ubicaban las mesas del restaurant, hamacas para tomar el sol y muebles para pasar un buen rato, un enorme y atractivo telescopio colocado allí para ver las estrellas, ubicación perfecta para espiar. La mujer también se mostró muy contenta porque la cámara de su teléfono, siendo usada a toda hora, no sería ningún problema para nadie luego de contarle a la dueña de la posada y a la recepcionista que ella era una documentalista de un pequeño canal en su ciudad y
Él exhaló y negó, pero no en respuesta, sino por su incredulidad y por no estar de acuerdo con toda la conversación. Alzó la cara, con sus brazos en jarras, como si elevara una rápida plegaria al cielo. Luego, enfrentó a su exesposa.—Esto solo se lo he contado a George por cuestiones legales: nos sometimos a una prueba de paternidad y sí, ella es mi hija.Los ojos de Pilar parecían dos bandejas de plata, sus labios separados, de pie, congelada.—No me gusta responder ese tipo de preguntas. Me avergüenza muchísimo todo, las circunstancias de que ciertamente tuve sexo con esa mujer ese día, que fui tan estúpido como para dejarme engatusar por alguien como Carol, con quien no había tenido ningún problema antes, además de conocer su pasado. No se trata de discriminación, ella no las tuvo fáciles y la misión para la que fue contratada y entrenada fue una de las aguerridas. —Ella enarcó las cejas—. Sabes cuáles son esas infiltraciones, ¿cierto? ¿Lo recuerdas? El grado de dificultad de esas
Peter alzó a Pilar en brazos y se dirigió hacia el agua, ya estaba tibia y calmó toda la congoja casi de inmediato.Allí se quedaron, bajo la ducha un rato que pareció demasiado largo, dándose besos y caricias, besos y más besos, estaban enamorados y tenían mucho recorrido por delante, muchas cosas por sanar, lomas y caminos que transitar, una lucha que pesaba y podía ser terrible.—Debemos irnos, ¿cierto? —dijo ella—.Quiero ver a Piero, ver si todo está bien en Santo... —Ella se calló de repente.Él respondería, pero notó su abrupto silencio.—¿Qué sucede? ¿Pilar?—Tengo que volver a preguntarte esto: ¿qué sucederá con Victoria? Ella... Me pone triste que nadie quiera ir a verla.—Yo quiero ir a verla, ¿por qué dices eso? Y quiero ver a Piero también.—Quieres ver a Vicky, pero no lo dices con frecuencia.—¿Quieres que lo diga más a menudo?—No es eso, es que... cada vez que hablo de Piero, tú.. solo hablas de él y qué bien, pero... —Él escuchó atentamente—. No quiero ser malinterpr