Capítulo 106. El Rastro Sangriento.
POV: Nicolás
La rabia no me dejaba dormir. Las confesiones de Lola aún resonaban en mi cabeza, palabras arrancadas a la fuerza, entre gemidos y súplicas. Cada detalle que escupió era un clavo en el ataúd de la red que se había llevado a Mila. "El laboratorio", había dicho, con la voz quebrada y los ojos hinchados por los golpes. "Allí fabrican las drogas. Allí planean las ventas". No la creí del todo al principio, pero los documentos que encontré en su habitación—transferencias, mensajes codificados—confirmaban lo suficiente. Camil y yo no perdimos tiempo. Cargamos el equipo y salimos antes del amanecer, el todoterreno devorando la carretera hacia el polígono industrial abandonado donde, según Lola, aún operaba un remanente de la red.
Camil iba en el asiento del copiloto, su laptop abierta, hackeando en tiempo real las cámaras de seguridad del área. "Seis señales térmicas", murmuró, ajustando sus auriculares. "Dos en el piso superior, cuatro abajo. Armados". Mis hombres, cuatro sombra