Vanessa había salido hacía apenas unas horas de la estación. El aire libre le había sabido extraño, como si después del encierro la ciudad hubiera cambiado de piel. Caminaba con las gafas oscuras cubriéndole el rostro, ignorando las miradas curiosas de quienes reconocían en ella a la exnovia escandalosa de un Blackthorne.
Se sentía vacía. Más vacía que nunca. Julian no le contestaba. Kira seguía ocupando el lugar que juraba que debía ser suyo. Y Marcus… Marcus había desaparecido desde que la policía la arrastró fuera de aquella casa.
El teléfono vibró en su bolsillo. Lo sacó con manos temblorosas. Un número privado. Dudó. Contestó.
—¿Vanessa