Kira se sentía extrañamente nerviosa cuando salió de su cuarto y se unió al grupo. No era timidez, era la conciencia de que su día había sido una m****a y lo llevaba en la cara. Pero Luka estaba feliz, y eso valía cualquier esfuerzo por fingir que todo estaba bien.Julian se sentó justo frente a ella, como si sin planearlo, sus cuerpos encontraran la misma órbita. Luka, emocionado, no tardó en lanzar el primer comentario que los sacó a todos de su burbuja:—Hace mucho que no comía pizza...Kira bajó la mirada, ruborizada. Sabía que no era algo común en su casa. El dinero era contado, las prioridades eran las medicinas, no la cena grasosa. Pero no dijo nada. Fingió que era solo un comentario inocente.Julian lo notó. Notó el tono, notó la incomodidad. Y entonces miró de nuevo su entorno: la casa estaba ordenada, sí, pero los muebles estaban gastados, la mesa era despareja, la televisión parecía salida de otro siglo. Un escalofrío le recorrió el pecho. No por lástima. Por vergüenza. Por
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