LUCA

Luca observaba a Bianca desde el otro lado de la habitación. Ella revisaba documentos con el ceño fruncido, mordisqueando la punta de su bolígrafo, un gesto que solo hacía cuando estaba profundamente concentrada o terriblemente preocupada. Hoy, Luca sabía que era ambas cosas.

La tensión entre ellos se había vuelto casi tangible desde aquella noche en la terraza. Palabras no dichas flotaban en el aire como partículas de polvo suspendidas en un rayo de sol, visibles pero imposibles de atrapar. Bianca evitaba quedarse a solas con él, mantenía conversaciones estrictamente profesionales y, cuando sus miradas se cruzaban, era ella quien desviaba primero los ojos.

Luca conocía esa mirada. Era la misma que había visto en ella cuando murió su padre, cuando tuvo que tomar decisiones que la destrozaban por dentro. Era la mirada de alguien librando una batalla consigo misma.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Bianca sin levantar la vista de los papeles.

—No, solo verificaba que estuvieras bien