LUCA
El humo del cigarrillo se elevaba en espirales perezosas hacia el techo del bar mientras Luca observaba a los tres hombres sentados en la esquina más alejada. Había elegido una mesa estratégica, lo suficientemente cerca para escuchar, pero con el ángulo preciso para que no notaran su presencia. El Lobo Negro era uno de esos antros donde los secretos se intercambiaban como moneda corriente, un lugar donde la lealtad se compraba con billetes y donde las paredes parecían absorber las conspiraciones.
Dio un sorbo a su whisky, manteniendo la mirada baja sobre el vaso mientras agudizaba el oído. Reconoció a Vittorio Bianchi, uno de los lugartenientes más antiguos de la familia Moretti, acompañado por dos hombres que trabajaban directamente para él.
—La chica no está preparada —dijo Vittorio con desdén, golpeando la mesa con su anillo de oro—. Su padre la mimó demasiado. Necesitamos alguien con agallas para dirigir la familia, no una princesita que se desmaya ante la primera gota de san