—¿Qué dices? —Caterina se mueve hasta la punta de la silla; la ansiedad comienza a ser presa de ella. —Gianluca, me lo prometiste, dijiste que me ayudarías a afirmarme como jefe de mi familia, que podría hacer negocios contigo, que…
—¡Cállate, Caterina! —Si quieres ser una jefe, lo primero que debes hacer es dejar de quejarte por todo. —Ella intenta calmarse y respira profundo. —He cambiado de opinión, este cargamento es algo importante y tú eres una novata. Necesito a una familia con experiencia.
—¿Tienes otro socio? ¿Quién? —Ella piensa en la llamada a la que respondió hace algunos minutos.
¿Hablaba con su nuevo socio?
— Lo único que debe preocuparte, amore mio, es el hecho de que deberás buscar otra forma de convencer a tu gente de que eres en realidad su nueva jefa. —Gianluca se pone de pie. —Vamos, tengo muchas cosas que hacer.
—Gianluca, por favor, déjame hacer parte, por favor. Déjame hacer aunque sea algo