—Tu Rocco estaba en contacto con la comandante Corvello. —¿Cómo puedes estar segura de que no fue él? —Caterina parpadea en repetidas ocasiones; el pecho le duele al darse cuenta de que Gianluca no solo acabó con la vida de Rocco, sino que también busca acabar con su honor.
—Porque tengo las pruebas de que no fue así y porque conocía a Rocco. —Irina la observa, es consciente de su dolor. Al parecer, Rocco era el hombre al que en realidad Caterina amaba y lo perdió para siempre.
—¿Por qué haces esto?
Por un instante, la máscara de Caterina se quiebra. Sus ojos se llenan de un resentimiento frío, profundo, de dolor.
—Porque quiero que Gianluca pague —susurra—. Ese hombre me destrozó. Me obligó a casarme con él, me arrebató mi vida y la del único hombre que he amado; por sus acciones él no volverá a respirar. —Respira hondo, tragándose el temblor de su voz. —A él nadie lo toca. A mí sí. A mí siempre; él lo hace siempre.