DANTE
El eco de las palabras de Alessandro Morelli sigue resonando en mi cabeza, tan fuerte como si las hubiera grabado con fuego en mi piel.
—No permitas que mi hija se descontrole. Manténla a raya, Russo.
Manténla a raya.
Como si Valentina Morelli fuera un animal salvaje que necesita ser domado.
Como si yo tuviera el poder de controlarla.
Apretando los dientes, recorro los pasillos de la villa con pasos firmes. Desde que llegué aquí, todo ha sido un maldito desafío tras otro. Pensé que sabía en lo que me metía cuando acepté este trabajo: proteger a la hija del ca