VALENTINA
Regresar a la mansión Morelli era como entrar en la boca del lobo, solo que esta vez, el lobo no iba a dejarme escapar.
Sabía que mi padre lo sabía. No era un hombre al que se le pudiera ocultar algo por mucho tiempo. Y después de lo que hice… después de haber desafiado sus órdenes, haberme metido con Matteo Ricci y haber dejado cadáveres en mi camino…
Esto no iba a terminar bien.
Dante me escoltó hasta la entrada. Su postura era rígida, como si su propio cuerpo se estuviera preparando para lo inevitable.
El sonido de mis tacones resonó en el mármol cuando crucé la puerta. La casa estaba en silencio. Demasiado silencio. El tipo de silencio que precede a un